viernes, 22 de julio de 2011

RULFO EN COLOMBIA

RULFO EN CALI

Este es el título que Eduardo Cruz da a un artículo en el que hace referencia a una entrevista que a finales de los setenta hace Gloria Valencia de Castaño a Juan  Rulfo en Cali durante el Encuentro de Narrativa Hispanoaméricana. Transcribo las pregunta y respuestas, segun Ecuardo  Cruz fueron las más relevantes:

–Por ejemplo su último libro, usted contestó con su humor que, por cierto lo tiene a flor de piel y que le sale duro muchas veces, contestó que su libro Cordillera se había quedado “en cerro”. ¿Qué nos quiso decir?
Bueno, que desapareció, desapareció definitivamente.
–¿De verdad lo destruyó?
Lo destruí, sí, lo tiré a la basura, pues no llenaba, no me satisfacía, era una cosa que me llevó a un callejón sin salida.
En otro momento del diálogo en el estudio, intervino el escritor Manuel Mejía Vallejo.
–Usted tiene en su obra un aspecto permanente sobre la soledad y la muerte. A veces, cuando lo veo, me lo imagino como un fantasma creado por usted mismo.
Así soy, un fantasma, no existo, es un mito la existencia, mi existencia. A veces pienso que no existo.

Producto de dicho encuentro, dice el artículo, que en los registros sonoros de la Universidad del Valle la voz del autor.


Dijo: “Yo estuve buscando muchos editores y no me quisieron publicar hasta el año ’53. Yo ya tenía escrita mentalmente el Pedro Páramo. Considero incluso que Pedro Páramo es anterior a los cuentos. El resultado fue que no encontraba la fórmula para contarla. Al escribir los cuentos, me dediqué a hacer una especie de ‘ejercicios literarios’ hasta que por fin encontré, en un cuento que se llama “Luvina”, la atmósfera que yo necesitaba para escribir Pedro Páramo. Así es que si se publicaron primero los cuentos, fue porque ya había los suficientes medios para hacerlo, y entonces me dediqué exclusivamente a escribir la novela. En lo personal, y es una cosa que siempre me he reservado, Pedro Páramo es anterior a El Llano en llamas. Me quedaba entonces después del trabajo a escribir. No tenía amigos ni a dónde ir, así que escribí una novela que titulé provisionalmente El hijo del desaliento. Fue una novela que, como ustedes pueden suponer, fue a parar a la basura, como otras que también fueron a parar al mismo lugar. [...] La novela mexicana ha caído en el terreno de la pornografía, el escándalo y la comercialización. Grijalbo, por ejemplo, ha incrementado este tipo de literatura. Si antes vendía bestsellers norteamericanos, ahora vende escándalo. Han aparecido seis u ocho escritores que exclusivamente escriben eso. Una novela llena de vulgaridades, pero como se dice, de sal, de pimienta, que llama la atención y que el público que no lee literatura la consume. Así como se venden los cómics, así se venden esas obras. Puedo citar nombres: Parménides García Saldaña, Gustavo Sáinz, José Agustín, Luis Zapata; bueno, tres o cuatro más que escriben pornografía absoluta. No tienen nada de literario sus obras. [...] Para mí, el acierto más grande de Carlos Fuentes fue La muerte de Artemio Cruz. En cambio Terra nostra está plagada de esa obsesión en él, hacer farragosa alguna cosa. Tiene una particularidad Carlos Fuentes: no sacrifica nada. No tacha nada de lo que escribe, porque cree que cualquier línea es valiosa y eso le ha perjudicado, sobre todo en Terra Nostra que podría haber sido una novela magnífica. Se le fue de las manos… El defecto que yo le veo a esta novela es esa falta de crítica que nos sobra a algunos. Fuentes debería de concretarse a lo que conoce, que es la historia de México. El problema es que él no conoce su país. Al principio quiso imitar a su padrino Octavio Paz, pero lo ha superado en muchos aspectos, sobre todo en el terreno de la ficción. Lo que me molesta de Fuentes es que él trabaja sus obras con el conocimiento y no con la imaginación. Y esto es una falla.”

Ver araticulo completo en: 
http://www.jornada.unam.mx/2011/06/19/sem-eduardo.html 


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